...mientras desayunábamos en la terraza del Habana Riviera, un tremendo golpe de mar (...) levantó en vilo varios automóviles que CIRCULABAN SOBRE (...) el malecón (...) y uno de ellos quedó incrustado en un flanco del hotel. Fue como una explosión de dinamita que sembró el pánico en los veinte pisos del edificio y convirtió en polvo el vitral del vestíbulo. Los numerosos turistas que se encontraban en la sala de espera fueron lanzados por los aires junto con los muebles, y algunos quedaron heridos por la granizada de vidrio. Tuvo que ser un maretazo colosal, pues entre la muralla del malecón y el hotel hay una amplia avenida de ida y vuelta, así que la ola saltó por encima de ella y todavía le quedó bastante fuerza para desmigajar el vitral. {(Gabo (Marzo de 1980), sobre como soñaba que soñaba Frau Frida}. Foto AP REUTERS/Javier Galeano.
Te contemplo desde arriba, serena y líquida, brumosa y casquivana. Humedéceme lentamente, báñame de tus fluidos y santifícame, beatifícame con lluvia de tus entrañas. Bésame con el viento huracanado de tus caricias hechas rocío proverbial.
Una lluvia hecha sensaciones de nostalgia, Me susurra al oído cuanto me amas, El ruido de un trueno colosal me advierte del pronto estruendo que deviene en los relámpagos de tu mirada. Me duermo en ti, en medio de tu tormenta que me llama, que me atrae a una perdición sin remedio.
A medio sol crepuscular, tu piel me informa de aquella sombra que te recorre lentamente, atravieso los puentes de tus pliegues recorriendo tiernamente cada poro de humedad con que me brindas el túnel a contraluz de tu memoria y un vaho de sal me deja saber que ostentas sibilancias de sirena. SOMOS LA SOMBRA BAJO TU NUBE…
Y me desplazo sobre tu piel de chubasco, como avenida costera enmarañada de humedad sobre el malecón de tu entrepierna… Allí húmeda, me recibes en la soledad tibia con la que me cobijas.
Hay algo que humedece lo nuestro, que lo nubla. Tu fuente de catedral recibe un enhiesto capitolio que se pierde en tu niebla alucinante. Aquella selva hendida que obnubila mi razón. Ahí me quedo, arrullado en el vendaval irreverente de tus caderas.
Cabalgas con una carga tropical que me alimenta, Me vierto todo y el tiempo dentro de tí, No existe.
Un motorcito extraño me despierta dando vueltas como un gnomo visionario y previsor: Son tus manos en mi espalda resbalando en mililitros de sudor.
En un “toma y dame” Sin límite alguno Te digo que eres “mía de mí” Que soy “tuyo de ti” El juego no termina Es el eterno retorno De girar en tu locura Y TE CONVIERTES EN HELICOPTERO SEMPITERNO DE MIS BESOS!!!
Finalmente llegas. Apacible Inmaculada Cuasi.-celestial Absolutamente invencible. Dicen por ahí, que después de la tempestad viene la calma, Me recuesto en tus senos, en el suave y calmo oleaje de tus senos…
Poema de Jacinto K’anul, «en solidarizándose» tempranamente con lo que «acaezca» , haiga que acaecer o haya acaecido, bajo los caprichos teologales, meteorológicos y estocásticos del paso un poco «alatigado» de Paulita 2010, por tierras entrañablemente hermanas y antillanas.
(Sin epígrafe, arriba «impactado»)
Te contemplo desde arriba
serena y líquida
brumosa y casquivana.
Humedéceme lentamente,
báñame de tus fluidos y santifícame
beatifícame con lluvia de tus entrañas.
Bésame con el viento huracanado
de tus caricias hechas rocío proverbial.
Una lluvia hecha sensaciones de nostalgia
me susurra al oído cuanto me amas.
El ruido de un trueno colosal
me advierte del pronto estruendo
que deviene en los relámpagos de tu mirada.
Me duermo en tí
en medio de tu tormenta que me llama
que me atrae
a una perdición sin remedio.
A medio sol crepuscular tu piel me informa
de aquella sombra que te recorre lentamente
atravieso los puentes de tus pliegues
recorriendo tiernamente cada poro
de humedad con que me brindas
el túnel a contraluz de tu memoria
y un vaho de sal me deja saber
que ostentas sibilancias de sirena.
Somos un par de sombras
bajo esa nube que te abriga.
Y me desplazo sobre tu piel de chubasco
como avenida costera enmarañada de humedad
sobre el malecón de tu entrepierna.
Allí húmeda,
me acoges en la soledad tibia
en la que me refugio.
Hay algo que humedece lo nuestro,
que lo nubla.
Tu fuente de catedral
recibe un enhiesto capitolio
que se pierde en tu niebla alucinante.
Aquella selva hendida
que obnubila mi razón.
Ahí me quedo,
arrullado
en el vendaval irreverente de tus caderas.
Cabalgas
bajo esa lluvia tropical
que me alimenta.
Me vierto todo
y el tiempo dentro de ti,
No existe.
Un motorcito extraño
me despierta dando vueltas
como un gnomo visionario y previsor:
Son tus manos en mi espalda
resbalando en mililitros de sudor.
En un “toma y dame”
sin límite alguno
te digo que eres “mía de mí”
mientras susurras
que soy “tuyo de ti”
El juego no termina
Es el eterno retorno
De girar en tu locura
Y TE CONVIERTES EN
HELICOPTERO SEMPITERNO
DE MIS BESOS!!!
Finalmente llegas.
Apacible
Inmaculada
Cuasi-celestial
Absolutamente invencible.
Dicen por ahí
que después de la tempestad
viene la calma.
Me recuesto en tus senos,
en el suave y calmo oleaje
de tus senos…
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